Más allá de 2012


Indice
Más allá del 2012
I - Interés por cuestiones científicas e históricas
II - El Apocalípsis que nunca llega
El Fin del Fin


Epílogo: Más allá de 2012

Comencé este proyecto a comienzos del año 2009, después de oir a muchas personas muy preocupadas por un posible Fin de Mundo. Ya había atravesado varios en mi no larga vida, y me impresiona todavía la capacidad para crear Apocalípsis. La primera vez que escuché hablar de los presagios mayas, fue en boca de una médica que estaba muy informada sobre el alineamiento galáctico y el ciclo de la precesión del eje terrestre. No es un tema simple entender el movimiento del eje terrestre, me llamó la atención el esfuerzo por comprender una cuestión geológico / astronómica en función de una vaga profecía antigua. Y allí vislumbré los dos ejes de lo que pensé debía ser esta obra:

I - Interés por cuestiones científicas e históricas

El lado positivo de la preocupación por el Fin del Mundo, es el interés que despertó por los Mayas y, en menor medida, por los procesos naturales asociados a las profecías de 2012. Esta es sin dudas una oportunidad que no puede desperdiciarse. Gran parte de las ideas relacionadas a las profecias de 2012 están basadas en conceptos incompletos, incorrectos o directamente falsos. Una comunidad inmensa de personas se interesa entonces por saber más sobre un Fin del Mundo que, según algunas fuentes, está próximo. En tanto ruido, sin embargo, es posible acercar un poco de armonía.

Los mayas han sido casi deificados, una sociedad perfecta, en total armonía con su medio. Algunos hasta suponen que partieron con rumbo celestial, tal vez de donde vinieron. Sin embargo, cuando encontramos las huellas que han dejado, vemos que se trata de un pueblo de seres humanos como nosotros, una sociedad ni mejor ni peor que la nuestra, que gustaba de las guerras, los templos colosales, y que no dudó en deforestar las selvas para cumplir con sus obligaciones con sus Dioses. Una sociedad capaz de desarrollar técnicas fantásticas de orfebrería, de agricultura, que hizo un culto de los números, las estrellas y los calendarios, que tuvo una poesía y un arte bellos y un carácter indomable. Y que sucumbió sólo al poderío de la pólvora, aunque sus descendientes guardan aún hoy con orgullo las trazas de la rica herencia que pudieron recoger de sus ancestros. Esa sociedad es posible que haya profetizado un fin, pero no tenemos razones para pensar que habrá de ser el año próximo, o de aquí a 1000 años. La depredación de los conquistadores españoles nos dejó la historia inconclusa. Todo lo que se pueda agregar sobre las profecías mayas es producto de nuestros propios fantasmas y los miedos que nos atormentan.

Se supone que el fin del 2012 será causado por un descontrol de las fuerzas de la naturaleza. El campo magnético terrestre se invertirá subitamente con consecuencias devastadoras para los seres vivos. Este cambio ocurrirá en un momento en que el campo magnético del Sol también se invertirá. Ambos procesos se reforzarán mutuamente. La actividad del Sol se incrementará a límites nunca antes vistos, la radiación producida durante las explosiones (o fulguraciones) atacará a los seres vivos en general. El peligro mayor viene del Centro de Nuestra propia Vía Láctea, un extraño alineamiento que ocurre sólo cada 26.000 años pondrá en línea de tiro a la Tierra que recibirá de lleno el chorro de energía que se produce en el núcleo galáctico. Todo esto está previsto en la Cuenta Larga maya, un ciclo de más de 5000 años revelado a los habitantes originales de Mesoamérica.

Y sin embargo los científicos, los hombres que día a día analizan las observaciones, no encuentran las señales del Apocalípsis sucintamente descripto antes. El campo magnético terrestre es estable en períodos de centenas de miles de años y su inversión completa puede llevar unos 2000. Y todavía más importante, es muy probable que el campo magnético terrestre se invierta y ni nos demos cuenta: si es más débil que el de un imán de heladera, por qué habría de tener consecuencias tan drásticas en nuestras vidas su variación? No hay ninguna evidencia científica sobre esto.

Algo semejante ocurre con la actividad solar. Aunque algunas agencias científicas, principalmente norteamericanas, han adoptado un discurso alarmista sobre las consecuencias de explosiones solares, precaviendonos de la posibilidad de fallas generales en las comunicaciones y hasta en la provisión de electricidad; esta alarma no llega al límite de la catástrofe final. No hay ningún motivo para el pánico. La actividad solar está en franca disminución cuando la comparamos con el ciclo anterior que tuvo su pico entre 2001 y 2002. El máximo está previsto para mayo de 2013 con un posible atraso de un par de meses y una intensidad máxima que será un tercio de la anterior. Los trabajos observacionales y téoricos incluso sugieren que estamos yendo hacía un período prolongado de baja (o nula) actividad solar, lo que tendrá seguramente impactos en el clima. (como dimos cuenta en el capítulo sobre el Sol.)

Y por último el chorro galáctico ni siquiera existe. Algunas galaxias llamadas de Núcleo Activo (AGN) producen poderosos chorros de partículas que son lanzadas desde el centro de las mismas. Sin embargo los chorros son perpendiculares al plano galáctico que es donde se encuentra la Tierra, y además la Vía Láctea no es del tipo AGN, y por lo tanto no tiene chorro para enviar. Por otra parte el ciclo de 26.000 años, relacionado con la oscilación del eje terrestre, produce una orientación diferente, las estrellas van corriéndose lentamente en el cielo. Pero el Centro Galáctico está siempre frente a nuestros ojos. No necesitamos esperar ninguna conjunción extrãna y única, cada noche, podemos verlo en su total dimensión. Si lo perdimos de vista es sólo por causa de las luces de la ciudad. Si un chorro estuviera en nuestra dirección, ya nos habría alcanzado hace eones.

II - El Apocalípsis que nunca llega

Desde que el hombre ha dejado trazos de su existencia, ha mostrado su temor por el fin del mundo. Todas las religiones del mundo lo abordan, y la palabra apocalípsis, cuyo significado original es revelación, titula uno de los capítulos más importantes del libro que es base del cristianismo. En 5.000 años de historia debemos tener más de 5.000 versiones diferentes del Apocalípsis. En los últimos años, sin embargo, me parece cada vez más recurrente apelar a la proximidad del fin de los tiempos. Y en mi visión de la actualidad encuentro pocos motivos para pensar que algo así pueda ocurrir. La humanidad se encuentra lejos de tener conflictos bélicos que puedan deflaglar una guerra de escala mundial con utilización masiva de armas nucleares. A pesar de todas las previsiones en contra, la humanidad ha generado técnicas de producción de alimentos para abastecerse integralmente. La salud ha mejorado en todos los rincones del planeta elevando el promedio de años vividos y disminuyendo la mortalidad infantil y prenatal. Incluso enfermedades que en el pasado podían cegar la vida de millones de personas, como el cólera o algunos tipos muy complicados de gripe, hoy, a pesar de haber muchas más personas en el mundo, no llegan a matar más que algunos millares. Así fue con el ebola en África y el cólera en Sudamérica en los años 90, con la gripe avícola en Asia en los 2000, y en 2009 con la gripe del cerdo. En 2010, después de haber sido destruida por un terremoto, la ciudad de Port-au-Prince, capital de Haití, sufrió un brote de cólera. Podía haberse esperado que centenas de miles perdieran sus vidas en las extremas condiciones de vida que soportan los habitantes de una de las ciudades más pobres del mundo. Pero al cabo de meses sólo un puñado que no llegó a los 3.000 fallecieron por culpa de la enfermedad. Comparense estos números con el millón de personas que murieron en Rusia entre 1847 y 1851 durante una epidemia, más de 15.000 por mes. Hoy en día hay un conocimiento más claro y efectivo de como limitar una epidemia.

El último Apocalipsis, es la catástrofe ecológica, el cambio climático. La voces alarmantes surgen de los ámbitos científicos esta vez. Claman que en pocos años más las distorciones al medio ambiente crearán situaciones irreversibles de consecuencias devastadoras para la vida en general. Nunca estuvo tan cerca el Apocalípsis como ahora... Tengo muchos motivos para pensar que las previsiones del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) son exageradas y no tienen base científica suficiente. No soy el único y puedo dar una lista larga de lugares en Internet donde encontrar voces escépticas a la versión oficial. (Entre los mejores, Watts up with that, Roger Pielke, Jr, lamentablemente no conozco ninguno en español.) Otros terrores de la humanidad son la escasez de alimentos, agua y/o insumos básicos como el combustible. La escasez de alimentos viene siendo preconizada hace más de 200 años, y hasta ahora el problema de las hambrunas se relaciona con la distribución desigual de las riquezas. La falta de combustibles suele percibirse por los cimbronazos de la economía: las gasolinas aumentan sus precios, lo que desata un aumento general, inflación, desempleo, etc. Pero la película la estamos viviendo desde los años 70, y desde aquella época, la fecha de la última gota de petroleo se atrasa cada vez más. Nuevos yacimientos son descubiertos, técnicas de extracción son mejoradas. Y además, los motores de combustión son perfeccionados y precisan cada vez menos combustible. El resultado es que el problema, delicado, parece bajo control. El problema del agua puede ser más grave, y, sin embargo, me parece que despierta menos pasiones.

En los idos años 70 y 80, el mayor temor de la humanidad era acabar en medio de una guerra nuclear. La serie de películas sobre Terminator así lo atestiguan, aunque antes había tenido gran éxito El día después. A nivel científico se realizaron muchas conferencias, en las que se presentaban resultados sobre las consecuencias que un bombardeo masivo nuclear tendría sobre el clima en la Tierra. Yo mismo participé de la organización de un simposio sobre el tema: Científicos, paz y Desarme realizado en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, en abril de 1988. El problema es realmente serio y vigente (ver, por ejemplo Ciencia para la Paz, de G. A. Lemarchand), pero su importancia quedó relegada por otros temores y porque la sensación de peligro desapareció junto con la Unión Soviética.

A un nivel más popular (y con esto me refiero a su impacto en una cantidad mayor de personas) los recientes Apocalípsis estuvieron relacionados con el fin del Milenio. Alineamientos planetarios mortales, colapso de los sistemas informáticos, y toda clase de plagas se avecinarían sobre la Tierra. La Edad Media fue prolífica en profecías apocalípticas, aunque, a pesar de lo que suele sustentarse, no durante el cambio de milenio en el año 1000[1]. En esa época la mayor parte del pueblo era iletrada, seguramente ni sabían en que año vivían. Aunque algunos hechos llamaron fuertemente la atención. En el año 1000 un cometa rasgó los cielos y se vio la figura de un dragón según relatos de la época. Y en la Páscua del año 1033, mil años después de la Pasión de Jesucristo, un eclipse de Sol fue visto en Europa, amedrentando a la población. Durante la Baja Edad Media, principalmente de la mano de Nostradamus y la publicación de su libro Las Verdaderas Centurias Astrológicas y Profecías (1555), los augurios de Fin de Mundo encuentran su apogeo. Las cuartetas han sido libremente interpretadas innúmeras veces, encontrando significados diversos en cada ocasión. Un verdadero ejercicio de la imaginación interpretativa! Más cerca de nuestra era, en los Estados Unidos, diversos grupos religiosos cristianos han profetizado el fin de los tiempos: La Iglesia Adventista del Séptimo Día esperaba el retorno de Jesús para 1843/1844 que estaría precedido por una gran serie de catástrofes naturales; la Congregación Cristiana de los Testigos de Jehová colocó como fecha del Apocalípsis el año 1914. Tanto los adventistas como los testigos de Jehová junto con el Movimiento de los Santos de los Últimos Días más conocidos por mormones, ahora afirman que el fin está próximo pero no saben cuando, y buscan las señales permanentemente. En este marco de previsiones religiosas no podemos olvidar la serie de novelas, éxito de ventas, llamada en inglés Left Behind (Abandonados en una traducción mía ya que los libros no fueron publicados en español), escritas por el ministro evangélico Tim LaHaye y el periodista Jerry B. Jenkins, donde se relata los últimos días de aquellos que no serán llevados por Cristo al Cielo (por eso son abandonados) antes del Apocalípsis y sufrirán un Infierno en la Tierra. Muchas personas leyeron los 16 libros de la saga y creyeron encontrar en los hechos diarios (atentados, guerras, catástrofes naturales, políticas y económicas) evidencias de lo que las novelas relatan.

Cuando pienso en momentos en que la historia pareció detenerse, mientras la humanidad caminaba sobre la cornisa, es cuando más fé tengo en que no hay porqué temer al fin. El comienzo del siglo XX estuvo signado por una guerra mundial que dejó 16,5 millones de muertosi[2], la población de un país de tamaño medio. Esta guerra se dio en medio del colapso de una forma de organización del Estado: el Imperio. Pocos años después de terminada la Primera Guerra Mundial, la potencia naciente, los Estados Unidos, entraron en una recesión profunda. Lo mismo ocurrió con Alemania, donde finalmente surgió una de las ideologías más perversas que haya dado a luz la humanidad. Veinte años después del fin de la guerra para acabar con todas las guerras, los cañones estallaron nuevamente, y esta vez de forma más sangrienta, para acabar con 50 a 70 millones de vidas más[3] (2% de la población mundial) El nuevo siglo fue parido en casi 50 años de tragedias continuas. Y sin embargo, aquí estamos... El fin llegará, no me cabe la menor duda, pero quien sabe, ni siquiera nos enteremos. Tal vez para ese momento el hombre haya cumplido su deseo de trasladarse a otros mundos, donde fundará nuevas sociedades. Y entonces la colonia base, aquel pálido punto azul sea completamente abandonada cuando se perciba que ya no es más sustentable la vida, tal vez por causas puramente naturales. Hay muchas formas de pensar el fin de la Tierra, que no necesariamente implican catástrofes.

El Fin del Fin

El 22 de diciembre de 2012 será un día más en la vida de 7 mil millones de personas. Muchas de ellas estarán preparando las fiestas de Fin de Año. El Apocalípsis habrá pasado y algunos profetas deberán explicarse. Sin embargo me gustaría saber que algo efectivamente sí habrá cambiado. Tal vez haya podido convencer a algunas personas que no hay Apocalípsis próximos. Que tenemos una doctrina que llamamos ciencia que nos permite conocer la naturaleza y sus efectos y que construimos esa doctrina justamente para alejar los miedos a los Apocalípsis. Al Caos opusimos el Cosmos. Esa doctrina no es una construcción simbólica, tiene pilares fuertes, de los más fuertes que la mente humana puede crear, y se comprueba cada día, cuando prendemos una lámpara eléctrica, cuando encendemos el fuego para cocinar, cuando viajamos en un avión o hablamos por teléfono. No hay que ir a extraños cuartos especialmente acondicionados ni mirar a través de sospechosos aparatos para convencernos de las afirmaciones científicas. Nuestra vida está rodeada de las invenciones creadas por medio de esta doctrina, la misma que me asegura que no habrá un Fin.

Si convencí a alguien de esto, mi trabajo habrá sido útil.

[1]    Este parráfo sobre profecías apocalítpcas está basado en el libro Fim de Milênio, Bertília Leite y Othon Winter, Jorge Zahar Editor, Parte V (1999)
[2]   Datos obtenidos de la Wikipedia: World War I casualties, citado el 13/06/2011
[3]   Datos obtenidos de la Wikipedia: World War II casualties, citado el 13/06/2011
Guillermo Giménez de Castro, protegido bajo Licencia Creative Commons. Última revisión: 21/08/2011


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